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Fundamentos
Ahora se pretende desarrollar los fundamentos de la “Visión interactiva de la Salud”, para que sirva de hilo conductor en el desarrollo de este trabajo.
La salud surge de la interacción entre el individuo y su medio
La ViS realiza sus planteamientos y valoraciones, entendiendo que la salud se construye y desarrolla con punto de partida en la interrelación entre el organismo humano y el ambiente natural y social que le rodea. Es por ello que aquí se hablará de “grado de salud” en el convencimiento de que, aun admitiendo un cuidado extremo de la salud, como mucho se puede llegar a tener un grado de salud óptima pero siempre en relación al medio donde se vive. No existe una salud total, por la misma razón que no somos seres perfectos.
En las interacciones hay que tener en cuenta que formamos un todo con el medio. La madre naturaleza se comporta como si fuera un ser vivo donde aparecen múltiples procesos para establecer equilibrios. Por eso, se da una fuerte interrelación entre los seres vivos y los elementos propios de la naturaleza: la tierra, el agua, el aire, el sol, los vegetales, los animales, el ser humano, y cada uno de ellos mantiene el equilibrio con los restantes. En consecuencia, se puede hablar de equilibro óptimo de salud en relación al medio concreto en el que se vive.
La zona donde vivimos determina en parte nuestro grado de salud, y es diferente según sea un pueblo de montaña, una ciudad contaminada, un poblado junto a una mina, un pueblo junto al mar. El puesto de trabajo también determina: será diferente el grado de salud de un agricultor, si esté desarrolla un estilo ecológico o usa químicos constantemente, de un fontanero, de un carpintero, de un guarda forestal, de un profesor, de un investigador, de un informático, por mencionar sólo algunos. El desarrollo muscular o intelectual depende mucho de la profesión que se ejerza y de las ganas que se tengan para ejercitarlo.
El grado de salud desde la ViS, se va conformando en una continua acumulación de pequeñas decisiones diarias. Todas van contando y ninguna, salvo excepciones, es decisiva. No es lo mismo tomar bebidas alcohólicas o carbonatadas que tomar agua; irnos a desayunar al despertar que hacer una tabla de estiramientos o hacer ayuno; estar en el trabajo todo el tiempo sentado que ponerse de pie en ocasiones o hacer ejercicios isométricos en la silla, interactuar demasiado con un medio confortable o salir con frecuencia a espacios al aire libre. La suma de decisiones conforma un “estilo de vida” que es, en definitiva, el que determina el grado de salud.
Ahora bien, seamos conscientes que es más fácil “pensar en hacer que hacer”. Así, todos sabemos que el ejercicio es sano, pero se hace poco o menos del que sería deseable. Para llegar a hacer actividades al aire libre supone tener ganas y tiempo, un estado de salud suficiente para llevarlas a cabo y disponer de una actitud decidida de que haciendo esa actividad es buena para la salud.
El empeño y voluntad de la persona determina el grado de salud. Ir al gimnasio para fortalecer músculos, salir al campo abierto para hacer un sendero, bañarnos con frecuencia en el mar, correr, andar, son actividades que pueden complementar las que se ejercen en el ámbito cotidiano. Si se interactúa poco con el medio, las posibilidades de caer enfermo con un simple resfriado aumentan y más aún en la medida en que el grado de salud sea menor.
Optimizar el grado de salud depende también del conocimiento sobre esto, manteniendo una actitud acorde con que la salud es el mayor tesoro que tenemos y, todo ello, llevarlo a la acción. La historia personal de cada individuo está llena de pequeñas decisiones que definen su estilo de vida saludable. Para una persona que desde siempre ha usado medicamentos, puede parecer difícil hacerlos desaparecer de su vida cotidiana, sin embargo, es posible. Solo es cuestión de constancia y voluntad durante meses.
Aunque parte de otros planteamientos, el Higienismo también se preocupa del cuidado de la salud y está en sintonía con las orientaciones de ViS. Por ejemplo, el Higienismo se preocupa, no tanto en eliminar los síntomas de la enfermedad mediante un tratamiento, como en buscar las verdaderas causas que producen el desequilibrio que lleva a esa enfermedad. Esta corriente sobre la salud no busca tanto el síntoma, como la causa y centra su atención en los factores del medio que permiten lograr un grado de salud óptima y los encuentra en el contacto con la naturaleza (la tierra, el agua, el aire y el sol), el equilibrio psicoemocional y la armonía social y medio ambiental. Ambas tendencias, Higienismo y ViS, entienden la salud como un estado de equilibrio orgánico, energético, psicológico, emocional y social por la interacción con los factores de salud que se describen más adelante.
La autocuración como consecuencia de la evolución natural
Nuestro organismo es el resultado de una reiterada interacción de millones de años de evolución, la mayor parte del tiempo interactuando con el entorno natural. Los seres vivos con mayor capacidad para recuperar su equilibrio con el medio son lo que han ido perdurando en el tiempo, y es por ello que compartimos todos los seres vivos la capacidad de la autorregulación para recuperar una y otra vez el equilibro perdido en las continuas interacciones con el medio. Algunos ejemplos sencillos de autorregulación pueden ser la cura de una herida en la piel, sanar una mala digestión o la soldadura de un hueso roto.
Desde la más humilde ameba hasta el sofisticado cuerpo humano, todos los seres vivos mantienen en el tiempo su entidad, estabilidad y desarrollo interior gracias a su capacidad de autorregulación para compensar los posibles desequilibrios que les puedan causar sus interacciones con el medio, buscando energía para mantenerse y desarrollarse.
La autorregulación, más que un milagro o algo extraordinario, es solo la consecuencia del proceso evolutivo. Los seres vivos con menor capacidad de autorregulación han tenido menos oportunidad de transmitir sus genes a las siguientes generaciones. El resultado ha sido que, tras millones de años de selección, quedan aquellos seres vivos con mayor capacidad de autorregulación.
Actualmente, la sociedad de consumo ha inducido a rodearnos de entornos cada vez más cómodos donde se han incrementado los focos de contaminación y toxicidad. La menor interacción con el medio natural y mayor con espacios más desnaturalizados, ha ido en detrimento de la capacidad ancestral de autorregulación. Pero también es cierto que esta pérdida se ha compensado con un sistema de salud que dispone de mejores tratamientos y conocimientos sobre salud. En suma, la expectativa de vida cada día es mayor pero también el incremento de enfermedades, incluso de aquellas raras y difíciles de clasificar por la ciencia.
La tendencia al confort ha hecho que parte de la población intenta fomentar el contacto con lo natural, con salidas de fin de semana, y va en aumento la gente que opta por hacer ejercicio, pero, en general, esa tendencia es poco significativa en relación al envolvimiento avasallador de la sociedad de consumo, aceptada por la mayor parte de la población y que conlleva tanto ventajas en comodidades como inconvenientes para la salud. La ViS anima a desarrollar de forma más decidida una vida más activa que es incorporada en el estilo de vida cotidiano.
El ser humano se nutre del medio
El ser humano comparte con los demás seres vivos la necesidad de nutrirse a través de la digestión de los alimentos que se extraen del medio. Todo ser vivo está delimitado por una membrana (en el caso del ser humano, la piel) que lo separa del medio. En su interior, se mantiene viva una estructura biológica más o menos compleja que requiere de forma constante tomar del medio los nutrientes que necesita.
Piaget señala que existen dos procesos complementarios en el proceso de nutrición: el primero se denomina asimilación, por el cual el ser vivo selecciona, utilizando sus recursos orgánicos (sentidos, aparato locomotor y digestivo, cognición, etc.), e introduce en su cuerpo aquello que le puede nutrir. El segundo proceso se llama acomodación, en el cual se transforma lo adquirido para poder integrarlo sin perder su identidad y continuidad. La verdura, la carne, la bebida, no se adhieren a los tejidos como un añadido, sino que primero sufren un proceso de digestión donde se transforman en moléculas antes de ser absorbidos a la sangre y transportados a las células de todo el cuerpo.
La digestión es un proceso complejo y es bueno que la persona preocupada por su salud preste atención a esta vivencia interior a fin de tomar cierto grado de conciencia (vivencial y académica) dada su gran importancia para la salud. En general, se suele tener una visión de la digestión más simple y elemental de lo que es en realidad, y esto suele llevar a una despreocupación por este proceso que acarrea los típicos problemas de salud (estreñimiento, diarrea, acidez, incontinencia, náuseas, vómitos, eructos, colitis, gastritis, flatulencia, reflujo, entre otros).
El proceso de equilibrio entre asimilación y acomodación es esencial para tener un grado de salud óptimo. Las tendencias de la industria alimentaria y de la sociedad de consumo no lo ponen fácil. Aun así, es posible lograr este equilibrio con la mecánicas de autorregulación que posee el ser humano que además posee un cerebro con capacidad para aprender y adquirir los conocimientos necesarios para lograr la armonía entre la asimilación, seleccionando los alimentos más adecuados, y la acomodación, sabiendo cómo consumirlos para facilitar la digestión.
No sólo la digestión de los alimentos puede aportar energía, hay otros factores de salud tales como el aire puro de la sierra, el sol que nos calienta, las relaciones sociales, la actividad física en zonas naturales, entre otros. Si el organismo se aleja de los factores de salud, se entra en un proceso de desequilibrio que solo se podrá remediar con el regreso a ellos. La interacción con el medio natural no se debe dejar o, al menos, no hay que olvidarlo y volver al contacto con el medio saludable siempre que se pueda. La salud es el estado normal de todo ser vivo mientras mantenga su interacción con los factores de salud, de lo contrario, el grado de salud disminuirá.
Salud desde el interior
No es usual que el sistema sanitario se ocupe de forma preventiva del cuidado de la salud para mantenerla, sino más bien, activa sus protocolos cuando aparece la enfermedad y sus síntomas. Principalmente se ocupa de combatirlos con sustancias químicas ajenas al cuerpo que, en mayor o menor medida, puede generar desequilibrios biológicos significativos.
Desde ViS, a la buena salud no se llega con intervenciones desde fuera del paciente, sino que es algo inherente al organismo humano, siempre que mantenga hábitos e interacciones con los factores de salud antes mencionados. Es mejor una dieta y ejercicios adecuados que extirpar la grasa abdominal mediante intervención quirúrgica. Es mejor ingerir alimentos siendo comedido y sabiendo cómo combinarlos que consumir suplementos que compensen el desequilibrio. Cuando se ha llegado a un deterioro importante del organismo, quizá en este caso se podría ver aceptable la intervención externa si con ello se logra una mejora en la calidad de vida del paciente. En cualquier caso, debería ser un derecho del paciente elegir el tipo de intervención externa que desee.
Ante cualquier tipo de conflicto de salud, el organismo reacciona buscando un nuevo equilibrio, con tanta decisión como sea el grado de salud. Por ejemplo, el sistema inmunológico se verá fortalecido si se ha superado la gripe sin medicamentos y, si aprendemos suficiente de la vivencia y se toma conciencia de las causas y factores que intervienen en el proceso, en lo sucesivo tendremos una interacción más inteligente con el medio para evitar nuevos resfriados. Así pues, el proceso de reequilibración suele conllevar una oportunidad para aprender y mejorar la salud.
Factores de salud
Dado el síntoma de una enfermedad, la ViS antes que hacer una analítica y descender al nivel molecular del interior del cuerpo, dirige su atención en los factores de salud con los que interactúa el paciente en el medio, para fomentar aquellos que aportan salud y evitar los que la restan. Entre los factores que favorecen la salud están los siguientes:
- El entorno laboral. Donde usualmente se pasan muchas horas, es un ámbito que puede dar o quitar grados de salud. Es necesario cuidar especialmente la relación social y que el trabajo sea, en la medida de lo posible, creativo y aporte resultados positivos. Fuera del espacio laboral, es recomendable compensar con actividades que complementen la laboral.
- Mantener la actividad física. En un mundo cada vez más sedentario, es fundamental para cuidar la salud. Caminar rápido una hora al día o más, practicar deportes como el senderismo, natación, tenis, ciclismo, carreras. Es mucho mejor si se hacen disfrutándolos y acompañados.
- Reposo y sueño, el descanso es salud. La alternancia entre descanso y actividad debe ser equilibrada. No es sano el descanso tras el descanso o estar constantemente estresado. El cuerpo enfermo pide más descanso para concentrar la energía en la cura. Es mejor si descansamos sobre un duro colchón de materiales naturales, sobre base dura y entre sábanas de algodón o lino junto con ropa suelta del mismo material, evitando materiales sintéticos en la medida de lo posible.
- Contacto con los elementos básicos de la naturaleza. Contacto directo de la piel con la tierra, la hierba o la arena de la playa. Contacto con el agua tanto por fuera, en baño o ducha con agua templada, como por dentro, beber agua pura de manantial si es posible, ingiriéndola lentamente como si comiéramos. Evitar las bebidas artificiales y alcohólicas, o el contacto con cosméticos que suelen llevar químicos. Mejor hacer jabón casero con productos naturales. Contacto con el aire lo más puro posible mediante una respiración consciente y tranquila que nos aporte energía y tranquilidad. Ventilar las habitaciones y evitar inhalar el humo del tabaco. Tomar sol desnudo en lo posible, con el fin de captar mejor su energía y producir vitamina D, pero moderadamente a fin de evitar quemaduras en la piel. El sol es y da alegría de vivir.
- Mantener una alimentación sana. Ingerir, sobre todo, frutas, verduras, cereales integrales y frutos secos, lo más naturales y crudos posibles, para captar al máximo los nutrientes y en cantidades justas según se necesita. Un plato ideal es ensalada de tomate, cebolla, aceitunas y aceite. También se le puede añadir aguacate. Hay que reducir, incluso evitar en lo posible, las proteínas de origen animal, los azúcares y almidones, los derivados lácteos y los envases de plástico y aluminio.
- Practicar el ayuno. Debido a que activa y potencia el sistema de autorregulación biológico y desintoxica eficazmente el organismo. El ayuno activa y nos vincula directamente con las sensaciones y mecanismos más profundos y ancestrales, los mismos que tuvieron éxito en el proceso evolutivo.
- Aprender a relajarse. Permite tomar conciencia del vínculo íntimo cuerpo-mente. Centrando la atención en la relajación de los músculos, la mente se relaja y viceversa. Mediante la relajación y el estiramiento se evitan las contracciones musculares. La calma emocional y el reposo sensorial son necesarios para el paciente y en esto los allegados deben colaborar, así como un medio sin ruidos, sin voces, sin luces, y sin fuertes olores.
- Favorecer las expresiones psicomotrices. Expresar las emociones y compartirlas supone racionalizarlas, lo que hace disminuir la tensión interior y la subjetividad a la vez que abre la posibilidad de ayuda. También es sano compartir técnicas corporales como la biodanza o el baile, donde se puede socializar la alegría. La expresión artística o artesanal (como escribir, pintar, moldear) son modos sanos de expresar sentimientos, liberar tensiones, miedos y ansiedades.
- Apostar por una relación social llena de encuentros. Como condición necesaria para el desarrollo y la maduración. El amor a uno mismo, además de mejorar la autoestima, es fundamental para querer a los demás. El afecto de amigos y familia es una de las mejores medicinas. También es necesario lo contrario, momentos para estar en soledad con nosotros mismos. Momentos para la introspección, la reflexión, la meditación o para intimar con nuestro interior psicosomático. Vivir con paciencia la enfermedad bien aceptada como otro momento más de la vida.
La lista de factores de salud se puede extender usando los criterios sobre los fundamentos ViS, los cuáles animan a añadir más factores en sintonía con los aquí se han listado.
Intoxicación y Eliminación
Hay factores desfavorables que, de forma progresiva, harán que se pierda grados de salud: alimentación excesiva y de mala calidad, sustancias tóxicas como café, alcohol, tabaco y otras drogas, contaminación de tierra, agua y aire, tensiones y desequilibrios emocionales, excesivo e inadecuado trabajo, represión social, relaciones humanas egoístas.
Del mismo modo, una alimentación basada en productos refinados e industrializados, no aporta la misma vitalidad que la verdura, las raíces y las frutas frescas, los frutos secos, los cereales, y otros alimentos que, durante meses de maduración, han captado la energía de la tierra, del agua, del aire y del sol. También, la falta de actividad física o de un trabajo estimulante son motivos de pérdida de salud.
Para mantener el equilibrio interior el organismo necesita alimentos que le aporten los nutrientes necesarios. A rasgos generales, para obtener energía se necesitan carbohidratos y grasas; proteínas para reparar y formar tejidos y, para los procesos reguladores, agua, vitaminas y minerales. También se requiere del oxígeno y del sol. Después, los procesos metabolismos transforman los nutrientes en la energía necesaria para mantener el tono vital básico del organismo y desarrollar la multitud de actividades que lleva a cabo.
El metabolismo genera sustancias de desecho que, un organismo sano puede eliminar desde los órganos especializados en esa función: hígado, sistema linfático, riñones, aparato digestivo, pulmones, piel. Si a esta toxicidad interior se añaden otras sustancias tóxicas externas de la alimentación industrial y la polución, se puede acumular un exceso de trabajo para estos órganos y no todo se podrá eliminar haciendo posible que poco a poco la toxicidad se vaya acumulando en el organismo causando las típicas enfermedades que conocemos.
La ViS considera con atención los procesos acumulativos de toxinas en el organismo que suelen ser lentos y constantes, y cuyos efectos no suelen tener reacciones inmediatas. Son como los meandros de un río o la arena de una playa, grandes masas que se forman grano a grano. En largos periodos de tiempo, algo así ocurre en el organismo, en ocasiones sin darnos cuenta, de forma silenciosa y lentamente, se generan acumulaciones tóxicas de mayor o menor envergadura y sus efectos se pueden expresar poco a poco o de golpe.
Es necesario tomar conciencia que las relaciones de causa y efecto no ocurren como en los sistemas mecánicos donde están bien definidas, son sencillas y, normalmente, inmediatas. En el mundo orgánico estas relaciones son lentas y de una complejidad multifactorial difícil de describir de forma analítica. De forma que el problema de salud generado a lo largo del tiempo requiere también de tiempo para superarse si se quieren evitar intervenciones o tratamientos agresivos.
En la interacción con el medio hay múltiples causas fortuitas que bajan el grado de salud: una lesión en el trabajo o en el deporte, una infección cogida en un viaje, una caída, entre otras tantas. Y lo propio y adecuado es hacer una intervención rápida. Pero las enfermedades por toxicidad son las más comunes, dado que se dan en los procesos de asimilación de nutrientes externos que son necesarios para la vida día a día. ¿Cómo puede aumentar el grado de toxicidad en el organismo?
- Intoxicación Interna. Una deficiente eliminación de sustancias de desecho, propias del metabolismo que se va acumulando en el interior del cuerpo (urea, ácido úrico, ácido láctico, gas carbónico, creatinina, etc.). Un organismo sano suele expulsar estas sustancias sin problema.
- Intoxicación Intestinal. Se debe a la ingesta de alimentos mal cocinados, a su acopio excesivo, sin hambre, de prisa, sin masticar ni ensalivar bien, con mezclas de alimentos incompatibles, entre otras. Evitando combinar ciertos alimentos, con un cocinado pensando en lo sano y no en lo rico, y siendo moderado en la ingesta, se puede reducir bastante este tipo de intoxicación.
- Intoxicación Externa. Son sustancias que asimila mal el organismo, tales como los contaminantes del aire y del agua, productos que contienen tóxicos, como el café, alcohol, tabaco, otras drogas, medicinas, vacunas, alimentos que tolera el organismo, pero con ciertos aditivos como: carnes, pescados, alimentos refinados, sal, vinagre, alimentos industrializados ricos en conservantes, colorantes, aromas y otros. También influye la contaminación electromagnética en general, que a su vez convierte en tóxicas algunas sustancias propias del organismo. Del mismo modo los insecticidas, pesticidas. herbicidas y abonos químicos utilizados en la agricultura, principalmente de monocultivos, son tóxicos que afectan nuestro organismo.
- Intoxicación mental y emocional. Las tensiones, miedos, preocupaciones, frustraciones, celos, envidias, mentiras, son desequilibrios mentales que se pueden somatizar y favorecer de un modo directo o indirecto la creación de toxinas. Lo mismo hacen los medios de información, la publicidad, ciertos espacios de TV, el propio internet, etc., que incitan a un estilo de vida poco saludable.
Cuando las sustancias tóxicas se acumulan, el organismo sufre un progresivo deterioro de salud, lo que supone cierto agotamiento vital y energético y los órganos no cumplen bien su función de eliminación, por lo que se entra en un círculo vicioso del que es necesario escapar sabiendo qué cambiar en nuestro estilo de vida, para así mejorar el grado de salud. John Henry Tilden, fue pionero en afirmar que la principal causa de las enfermedades es la toxemia. Tanto él como su excepcional libro “La explicación de la Toxemia” se han ninguneado dada su visión poco comercial de la salud.
Reacciones del cuerpo ante la intoxicación
Como se ha dicho anteriormente, desde la ViS, la enfermedad se interpreta no como lo opuesto de la salud (es mejor utilizar el término “grado de salud”) sino como una reacción consecuente del organismo ante una situación anómala o conflictiva. Es el aviso que nos da el cuerpo y que debemos escuchar e interpretar adecuadamente: el cuerpo modifica sus funciones normales para contrarrestar o compensar la perturbación original (fiebre, desgana, vómito de la sustancia tóxica, dolor en el órgano afectado, etc.).
Vale decir que por la enfermedad (reacción orgánica) nos curamos (volvemos al equilibrio). Los organismos que han tenido más interacción con tratamientos propios de la medicina convencional (química con medicamentos, o física) tienen disminuida su capacidad de reacción (de sanar), mientras que los que han construido un grado de salud mayor con interacciones con factores de salud, reaccionan con fuerza ante el desequilibrio, encontrando una cura sin los efectos secundarios que conlleva el uso de medicamentos.
Una frase, colocada en un cartel de ambulatorio, que dice “con buena medicación la gripe dura una semana, sin ella dura siete días”, confirma esta visión de la salud. Otra frase frecuente es “la ventaja de las terapias alternativas es que el 70% de las enfermedades se curan hagas lo que hagas” y añadiría “pero con tratamiento, después hay que afrontar los efectos secundarios”. El tratamiento sintomático sólo aplaca los molestos síntomas (fiebre, dolor intenso, tos, etc.), pero las causas siguen ahí. Es más recomendable asumir con paciencia los efectos molestos y dejar que la reacción orgánica y las defensas actúen para sanar finalmente.
El cuerpo tiene su lenguaje para comunicarse cuando algo no va bien, y debería ser nuestra responsabilidad saber interpretar esas sensaciones. A veces aumentan los latidos del corazón, otras descienden, cambia la presión sanguínea, la temperatura o la respiración, puede aumentar la deposición (diarrea) o disminuir (estreñimiento), cambia el volumen y olor de la orina, el peso aumenta (obesidad) o disminuye (delgadez), cambia el ritmo del sueño. Sin saber por qué, de pronto sentimos euforia o depresión.
Los mejores conocimientos que podemos tener en la vida son aquellos que permiten interpretar de forma adecuada los cambios funcionales orgánicos para responder a qué es lo que me pasó, o como mínimo, tener la actitud de buscar respuestas. También estos desequilibrios invitan a revisar qué interacciones con el medio no están en línea con los factores de vida.
Hacer caso omiso a estos avisos corporales puede llevar a una cronificación de un problema de salud, mientras que, con pequeñas medidas, se podría subsanar. Tratar estas quejas corporales con medicamentos o drogas no es la mejor solución. Es importante tomar de frente los problemas de salud sin salirse por la tangente, echando la culpa a los microorganismos, a la edad, al clima, a la herencia, a la resignación, a la mala suerte. La ViS afirma que “las enfermedades no vienen del cielo” y, lejos de asumirlas con resignación, hay que ser más activos, buscar las verdaderas razones de por qué se produjo, y actuar en consecuencia.
Así como la salud va en grados, también la toxicidad, pero en relación inversa: a más toxicidad, menos salud. El organismo es eficaz para ir eliminando lo tóxico, pero rebasado un cierto nivel, el sistema autorregulador del organismo reacciona buscando el equilibrio de nuevo. La reacción orgánica, más que verla como enfermedad que hay que atajar, hay que asumirla como un proceso natural para eliminar sustancias tóxicas.
El aparato respiratorio reacciona con moco, fiebre, tos, gripe, bronquitis; el aparato digestivo: con vómitos, diarrea, inflamación, dolor; el aparato urinario: infección de vejiga, orina oscura; la piel: urticaria, granos, forúnculos, abscesos, sudor, entre otros. También el sistema linfático aumenta su trabajo y el tamaño de sus elementos. Otros síntomas como el malestar general, la sensación de cabeza embotada, el aumento de sensibilidad a los ruidos y a las luces fuertes, los dolores de cabeza, y otros, avisan de la necesidad de tomar medidas o quizá sea que el cuerpo solo esté pidiendo descansar.
Algo más grave es cuando la toxicidad afecta seriamente el funcionamiento de un órgano o de varios, entonces lo aconsejable es analizar con detenimiento qué hábitos, qué circunstancias ambientales, o qué interacciones habituales con el medio hemos tenido y hayan podido causar el deterioro. Para ello, es recomendable utilizar estrategias propias de investigación, formulando hipótesis y tratando de analizar su grado de certeza empíricamente. Si después de esto continúa el problema, no tenemos tiempo, no creemos en este procedimiento, no hay ganas o quizá, no nos consideramos suficientemente competentes, entonces habrá que tomar el plan B: ponernos en manos de la medicina convencional.
Los problemas de salud más graves suelen venir de un estilo de vida determinado cuyos hábitos, nicho de actuación, excesos, etc., se apartan de interactuar con los factores de salud. Antes de comenzar un tratamiento médico, lo mejor es cambiar a un estilo de vida más sano; esto siempre es posible, pero habrá que tener paciencia pues llevará un tiempo similar al estilo de vida que causó los deterioros de salud, a la vez habrá que cambiar los conocimientos que se tienen, adoptando otra visión, creencias y actitud sobre la salud. Es aquí donde ViS puede ayudar.