Reguladores Orgánicos

Reguladores Orgánicos

Para completar los fundamentos de la ViS, es oportuno hacer un repaso sucinto a los reguladores orgánicos del cuerpo humano, para entender que su entidad, más que mecánica, es orgánica. Pudiera parecer una argumentación excesivamente teórica, pero, se pretende mostrar que es fundamental para tomar medidas concretas en el cuidado de la salud y, sobre todo, para no tomar caminos menos adecuados.

Por otro lado, en un plano teórico, se va a confirmar de un modo más fundamentado que la propuesta ViS es una extensión del CO (Teoría del Constructivismo Orgánico), usando argumentos de CO para dar una visión más coherente y profunda de ViS. Así, algo tan fundamental en CO como distinguir con claridad interior y exterior del sujeto para afirmar que los significantes exteriores solo pueden ser usados por el sujeto cuando les de un significado en el interior y, en general, entre unos y otros no se puede establecer correspondencia. Del mismo modo, se afirma que los alimentos ingeridos poco tienen que ver con los nutrientes que asimila la célula y no se pueden establecer correspondencia porque el organismo tiene reguladores que transforman bastante el proceso asimilador.

Hasta donde conoce la Ciencia, la descripción conceptual del cuerpo humano muestra una gran complejidad. Para entender la regulación es preciso distinguir el medio externo al cuerpo y su medio interno. Este está lleno de células, conductos sanguíneos y linfáticos, líquidos con diferentes solutos, órganos específicos. Sorprende solo imaginar que el 60% de la masa corporal es líquida. El 40% es intracelular y el 20% es extracelular. De este último líquido, ¾ es intersticial y ¼ es intravascular. Y para que todo esté en equilibrio de un modo orgánico, existen numerosos reguladores cuya homeóstasis son la razón de ser.

¿Cómo funcionan los reguladores orgánicos?

Según qué es lo que se pretende regular, su forma de funcionar es diferente, pero sí que todos están controlados por el sistema nervioso que establece vínculos entre el sistema regulador y el sistema endocrino. El punto de partida es una perturbación externa o interna que genera un desequilibrio en algún parámetro que es vital. El sistema dispone de sensores para dar la alarma y activa los efectores para ejecutar las acciones pertinentes para mantener el parámetro dentro de un margen. En todo momento, el sistema comprueba los efectos de las acciones de los efectores para comprobar si se ha logrado el equilibrio.

Hagamos un rápido repaso de algunos reguladores biológicos:

1. Regulador Térmico

Para que las reacciones químicas corporales se desarrollen óptimamente, es necesario que la temperatura se mantenga en un rango estrecho, alrededor de los 37ºC. Para que sea así, aparecen mecanismos controlados por el hipotálamo que, a modo de termostato, regulan el calor corporal con cierta independencia de la temperatura externa. Por poner unos ejemplos, si supera cierto límite, se da la orden de sudar, si está por debajo, se aumenta la actividad metabólica.

2. Regulador de la Glucosa

La glucosa o azúcar en la sangre es la principal fuente de energía del cuerpo por lo que su concentración debe estar entre unos estrechos límites. Son varios los órganos que ejecutan acciones para realizar este control. Si la concentración de glucosa es alta, el páncreas libera la hormona insulina que anima a las células a consumirlo y, además, el hígado ayuda almacenándola en forma de glucógeno. Y si es baja, el páncreas libera la hormona glucagón que estimula al hígado para producir glucosa.

Hay sensores que aportan información al cerebro sobre la concentración de glucosa y éste da las órdenes para liberar las hormonas más adecuadas para intentar volver a la homeóstasis. También el riñón puede reabsorber glucosa, aunque pasado cierto nivel, la elimina por la orina.

El organismo se mantiene vivo gracias a su actividad metabólica. Si falta glucosa se activa otro mecanismo de combustión a partir de la grasa acumulada que es solicitada por el hígado y transformada en cuerpo cetónico que ya si pueden entrar en el proceso metabólico y generar energía. Nuestros ancestros, ante sus carencias periódicas de glucosa, deberían tener activa con más frecuencia la cetosis.

3. Regulador de la Hidratación

Nuestro medio interno está formado por células y líquidos. Estos suponen el 60% de la masa corporal, de los cuales el 40% está por el interior de la membrana celular (intracelular) y el 20% por fuera (extracelular). Fundamental, por tanto, mantener la concentración acuosa que distribuye nutrientes, elimina toxinas, regula la termodinámica, y mucho más.

Perdemos constantemente agua, al respirar, al sudar, al orinar, al evacuar. Si baja su concentración, puede dar dolores de cabeza, debilidad, mareos, fatiga, etc. La falta significativa de agua se caracteriza por una sensación apremiante de sed, una frecuencia respiratoria acelerada, disminuye la orina, la piel se pone fría, dan espasmos musculares, se altera la conciencia, etc. El cuerpo dispone de sensores para pedir agua y lo hace con más apremio si la falta de agua es mayor.

Los solutos del medio hídrico y la ósmosis a través de membranas semipermeables, son procesos físico-químicos que vienen a dar una imagen más compleja del equilibrio y regulación de los líquidos corporales.

4. Reguladores del pH

La sangre es algo alcalina (su pH oscila entre 7.35 y 7.45) y es necesario para el buen funcionamiento del cuerpo que esté en ese rango. Por ejemplo, si es demasiado ácido, determinadas enzimas oxidativas y digestivas no trabajan bien, si es muy alcalino impide la correcta oxigenación celular. Por esa razón, el cuerpo dispone de “buffers” o catalizadores, para compensar los desequilibrios en un sentido u otro. El sistema renal que elimina ácidos no deseables y el respiratorio, eliminando CO2 también permiten mantener el pH.

La famosa dieta alcalina pretende sin lograrlo, controlar el pH aumentando la ingesta de alimentos alcalinos, pero se ha demostrado que el control del pH sólo se hace desde los mecanismos internos. Algo tan delicado para muchos procesos internos como el pH, el organismo no deja que se pueda dirigir externamente según lo qué se ingiere, sino que tiene potentes recursos reguladores para que se mantenga el pH en su nivel óptimo.

5. Sistema Respiratorio

Este sistema procura mantener la cantidad de oxígeno en sangre en un margen determinado para así garantizar su presencia en la actividad metabólica celular y, a la vez, eliminar el dióxido de carbono que genera la actividad respiratoria. Para todo ello, existen sensores que envían información al cerebro y de ahí parten órdenes hacia el sistema respiratorio.

6. Sistema Inmune

Conjunto de estructuras y procesos biológicos en el interior de un organismo que le permiten mantener la homeostasis o equilibrio interno frente a interacciones externas, ya sean de naturaleza biológica (agentes patógenos), físico-químicas (como contaminantes o radiaciones), e internas (por ejemplo, células cancerosas). Está compuesto por células específicas, líquidos, órganos y conductos distribuidos por todo el cuerpo.

Hay un sistema inmunitario innato (natural o inespecífico) presente prácticamente en todos los seres vivos y un sistema inmunitario adquirido (adaptativo o específico) que cada vez es más eficaz para actuar sobre patógenos específicos en la medida que aumenta sus interacciones fuera de la zona de confort.

7. Reguladores de aminoácidos y proteínas

El organismo necesita proteínas para construir tejidos, generar enzimas, hormonas, glóbulos rojos o reponer células, etc. Para que no falten, hay almacenes de aminoácidos que permiten disponer de los tipos proteínicos que se demandan en cada momento. Desde el exterior del organismo se ingieren proteínas de origen animal, que no se asimilan tal cual, sino que, una vez transformadas en aminoácidos, pasan al almacén junto a otros aminoácidos adquiridos de los vegetales.

También desde el interior se colabora al almacenaje de aminoácidos, por ejemplo, reciclando desechos celulares. Las mismas células colaboran a este equilibrio; si tienen excedente de proteínas, las transforma en aminoácidos que almacenan y cuando la cantidad de aminoácidos en sangre se reduce, liberan sus aminoácidos almacenados para así sintetizar las proteínas que necesitan.

Según sea la cantidad de aminoácidos en sangre, hígado y células están continuamente depositando o retirando aminoácidos de modo que haya una concentración de aminoácidos adecuada a las demandas.

8. Sentido del Equilibrio

El oído interno se encuentra dentro del hueso temporal, y está dividido en cóclea, vestíbulo y tres canales intercomunicados que alojan un fluido gelatinoso llamado endolinfa. Estos canales conforman tres planos perpendiculares.

La endolinfa se mueve siguiendo las leyes físicas por los canales según la posición y movimientos del cuerpo. Las células pilosas detectan el nivel del líquido en cada uno de los canales, enviando dicha información al cerebro que envía órdenes a los músculos adecuados para regular el equilibrio corporal.

Este mecanismo de regulación del equilibrio puede actuar de modo consciente o inconsciente en una constante interacción multidireccional continua entre oído interno, cerebro y músculos que se relajan o contraen cuando el cuerpo está parado o en movimiento.

No es un mecanismo estático que de forma mecánica mantiene el equilibrio justo en el centro de gravedad o centro de masas del cuerpo, y que nos impediría algo tan sencillo como andar. Andar supone en primer lugar dar la orden de querer andar a los músculos locomotores que son regulados continuamente por el órgano del sentido del equilibrio.

Conclusiones para mejorar la salud

El cuerpo humano es una entidad compleja que no asimila tal cual la energía del medio externo. Salvo el aire y el agua que requieren poco proceso para ser transportados y asimilados por las células, todo lo que le llega por interacción con el exterior, requiere un proceso de transformación, en mayor o menor medida, para ser asimilados en el interior.

En el proceso de asimilación interviene los reguladores orgánicos que hacen que lo que se va a asimilar del exterior no se incorpore como un añadido, sino que sufre un proceso de acomodación más o menos complejo para que la integración se ajuste óptimamente a las estructuras biológicas que lo van a asimilar.

Visión mecanicista

Ante la salud, existe una visión mecanicista que admite una relación más o menos directa entre las medidas o tratamientos que se lleva a cabo fuera del organismo y los efectos que éstos pudieran provocar en su interior. Así, por ejemplo:

  • Se puede colocar un anillo gástrico que reduzca el estómago para que la persona con sobrepeso reduzca la ingesta y así, comiendo menos, pueda paliar su problema.
  • Se podría extirpar la desagradable grasa acumulada en la cintura abdominal y de este modo sencillo, logramos quitar los antiestéticos “michelines”.
  • Si somos propensos a los resfriados invernales, ahí están las vacunas para lograr disminuir la frecuencia de esta enfermedad.
  • Las infecciones que suelen darse al viajar a un país tropical se pueden evitar poniendo las vacunas según el país a visitar.
  • Si la glotonería lleva a coger sobrepeso, podemos seguir disfrutando hasta el verano, pues en poco tiempo la dieta milagrosa deja lucir un buen cuerpo.
  • Si hemos disfrutado de una comida copiosa, no hay que preocuparse pues un buen antiácido lo va a solucionar.
  • Siempre será posible ante un tumor, extirparlo, aplicar unas sesiones de radioterapia o realizar un fuerte tratamiento de quimioterapia.
  • Ante unos ligamentos inflamados, nada mejor que una pomada, sesiones de corrientes y rayos infrarrojos y un buen antinflamatorio.
  • Si nos duele la cabeza hay excelentes analgésicos que reducen el dolor rápidamente.

La lista de tratamientos de este tipo, cotidianos y usuales entre la gente, es interminable. Todos los tratamientos expuestos, tienen algo en común: ante el síntoma detectado, se lleva a cabo una acción externa que permite inhibirlo o eliminarlo en la creencia de que, quitado el síntoma, el cuerpo sanará o al menos quedará más sano. Esto es lo que denominamos visión mecanicista de la salud que, desde la ViS, levanta serias dudas de su eficacia y que no se podría defender por varias razones:

  • No siempre la intervención externa elimina el síntoma y al final en un número significativo de casos, la autocura biológica es la que termina remediando.
  • En la mayoría de casos, conlleva efectos secundarios, a veces poco cruentos y otras veces con trágico desenlace.
  • La verdadera causa del desequilibrio continúa y, por tanto, el síntoma se volverá a repetir e, incluso, hacerse crónico por lo que disminuye la calidad de vida.

Visión organicista

Esta visión de la salud está en línea con CO y se inscribe en el marco de la ViS. Se admite la complejidad del organismo y que sus reacciones están muy determinadas por los múltiples mecanismos de regulación lo que hace que las relaciones causales más que inmediatas o mecánicas, sean lentas, y que, para un determinado síntoma, se den múltiples causas y es muy posible no haya contigüidad causal, de modo que un síntoma localizado puntualmente se deba a varias causas distantes del foco de dolor tanto en el espacio como en el tiempo.

El dicho afirma que “el cuerpo es sabio” tiene mucho de cierto. Siempre, ante cualquier desajuste, ante cualquier desequilibrio, el organismo sabrá que hacer y en la mayoría de los casos no será necesaria una intervención externa. Pero también es cierto, que la continua asistencia exterior de terceros, hace que el organismo se vuelva perezoso, adormeciendo sus recursos naturales innatos, y es nuestra responsabilidad el cuidar, mantener y fortalecer dichos reguladores orgánicos que hemos adquirido al nacer.

Habrá ocasiones en que se precise una intervención exterior, de eso no cabe duda, pero la cuestión es no dar oportunidad a que eso ocurra, haciendo un cuidado responsable y activo de la salud en todo momento. De este modo tendremos mayores grados de salud, el sistema sanitario público lo agradecerá y nuestro vivir será más intenso y de mayor calidad.

ViS y los reguladores

ViS no ve que suponga una solución aceptable, salvo urgencias, las intervenciones externas como medida para tener más salud, entonces ¿qué hacer para tener una salud óptima? La solución ya se ha esbozado al hablar de la visión organicista de la salud: debemos dirigir el foco hacia los reguladores biológicos para ejercitarlos a fin de que estén lo más activos y funcionales posible, interactuando con el medio de la manera más sabia posible.

Para lograr esa sabiduría no es preciso cursar durante años contenidos académicos, ni tener conocimientos extensos, profundos y analíticos de los procesos biológicos de los reguladores. Más bien se requiere del conocimiento fruto de vivencias de autocuración, junto a una tenaz y motivada actitud de saber más sobre las propias dolencias, de los conocimientos adquiridos en las visitas médicas y sus tratamientos, la información obtenida de otros con vivencias semejantes, de fuentes que ciertamente nos han ayudado en internet o de lecturas puntuales. Todo dentro del sentido más común que no es el más convencional.

Más que un conocimiento académico, extenso, analítico y microscópico, es más eficiente un saber práctico, local, funcional y macroscópico para tomar medidas cotidianas que favorezcan una mayor activación de los reguladores biológicos; por ejemplo:

  • Hacer ejercicios tales como andar, correr, nadar, etc., es bueno para estimular el sistema respiratorio o circulatorio. El merecido descanso que sea por la necesidad parar la actividad. Los ejercicios de una intensidad elevada tal que nos obliga a respirar por encima de lo normal o sudar de forma continuada, dentro de unos límites, hacen que la activación metabólica mejore el funcionamiento de los reguladores y también supone una manera de combatir el envejecimiento.
  • Interactuar con elementos naturales ancestrales es también un modo de optimizar la funcionalidad de los reguladores biológicos si se tiene en cuenta que son esas las mismas interacciones que llevaron a ser quienes somos. Contacto con el agua, bebiendo de los manantiales que brotan de forma natural, bañarnos con agua templada o fría, evitar bebidas artificiales y alcohólicas llenas de químicos no asimilables, tocar con la piel el barro, la hierba o abrazar los árboles, ventilar los cuartos y no inhalar humos que contaminan, tomar el sol de ser posible desnudos, etc.
  • Ayunar es un activador directo de los reguladores biológicos por la razón evolutiva de que estos provienen de poblaciones ancestrales cuyos genes pasaban a nuevas generaciones porque construían reguladores más eficaces para afrontar las situaciones sumamente adversas, incluyendo inevitables periodos, más o menos largos, de ayuno. Principalmente, ingerir solo agua por periodos cortos o largos, junto al ejercicio y una alimentación específica, es el principal motor para activar el proceso de la autofagia que supone eliminar las células dañadas por elementos tóxicos que son sustituidas por otras nuevas y saludables, lo que significa rejuvenecer y longevidad. A la vez que se destruyen células patógenas. Muchos reguladores mejoran su funcionalidad con este proceso regenerador.

La complejidad biológica proviene en buena parte de sus reguladores que procuran en todo momento, ante cualquier perturbación venida de la interacción con el medio exterior o interior, ser compensada buscando el equilibrio, por lo que no es aconsejable establecer relaciones directas entre lo externo y lo interno del cuerpo. Así, por ejemplo, una dieta alcalina no supone un pH más alcalino, una bebida supuestamente energética no necesariamente nos da más energía, una dieta para adelgazar nos puede engordar, un excelente, suculento y variado desayuno puede terminar en dolor de estómago y debilidad corporal, etc.

Del mismo modo que el plano del conocimiento, CO asume y defiende que siempre va a existir diferencias entre lo enseñado (externo) y lo aprendido (interno), de modo que la frase “si se enseña bien, se aprende bien” es falsa; en la salud, ViS considera que una supuesta interacción beneficiosa con el medio externo, no necesariamente puede aportar beneficios saludables al interior del cuerpo.

En el plano del conocimiento, no es adecuado ver la mente como “tabula rasa” donde se va grabando todo lo que llega del exterior, puesto que el ser humano dispone de una estructura cognitiva-afectiva, llena de contenidos, que modifican e interpretan toda información que llega. Algo análogo se diría para cuestiones de salud: no porque creamos buena tal o cual intervención externa va a ser buena para la salud en el interior orgánico, hay que tener presente la actuación equilibrante de los reguladores orgánicos, los más sabios para actuar como mejor le viene al organismo.

Esta diferencia entre la ingesta externa y el efecto que hace en el organismo, hace que se entienda mejor los efectos secundarios de los fármacos, los efectos paradójicos de los suplementos o el efecto placebo de una tisana: son sustancias externas que no siempre hacen lo que se supone que harán. Una comida excelente o un rico dulce, pueden terminar en una desagradable indigestión. Con los sentidos y nuestra apetencia, proponemos ingerir algo que creemos bueno y es el organismo el que dispone si caerá bien o mal.

La visión convencional de la salud dirigiéndola con intervenciones externas es peor idea que otra sin tanta intervención externa, donde se mantiene bien activos los reguladores biológicos a través de una intensa e intencionada interacción con factores externos beneficiosos para la salud, a saber, alimentación comedida sin mucha mezcla y en su justa medida, evitando los alimentos con químicos no asimilables que tanta toxicidad generan, una actividad razonable que nos ocupe más tiempo que el de inactividad, ejercicios de alta intensidad, ayuno, etc.

En definitiva, lo mejor es un cuidado preventivo y responsable que solo es posible con conocimientos básicos de salud y una constante actitud de alerta para que el mejor médico sea uno mismo, evitando intervenciones externas o de terceros. La buena salud no se debe a milagros inmediatos, más bien se logra en un proceso acumulativo a lo largo de la vida, de pequeñas decisiones que están en nuestras manos y que una a una son fáciles de tomar. El símil de las grandes playas de arena, que se han ido formando por acumulación, grano a grano, es el mejor para entender cómo la salud gana en grados.

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